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Frases para olvidar

Existenfrases que realmente no quisiéramos haber escuchado nunca, a veces pasamos pos situaciones que nos motivanalejar a ciertas personas para siempre. Únete al canal de Whatsapp de Wapa

    Frases para olvidar
    Existenfrases que realmente no quisiéramos haber escuchado nunca, a veces pasamos pos situaciones que nos motivanalejar a ciertas personas para siempre.

    “La particularidad que tienes tú, es que eres la única mujer que no he podido dominar”, me asegura A, un empresario y profesional de más de 30 años. Para él es una despedida cariñosa, un cumplido al terminar nuestro café. Para mí es un recordatorio de por qué la química entre nosotros se esfumó tras la primera conversación. “Por lo menos no dijo ‘domar’”, pienso al tomar mi cartera para irme. Le respondo con mi sonrisa sarcástica y silenciosa; esa que jala hacia arriba solo el lado derecho de mis labios, sin separarlos.

    “¿La cagué, cierto?”, pregunta preocupado. Sin respirar, desata un mar de razones por las que no debo interpretar como machista su comentario. Él sabe que esa sonrisa es la que se me escapa cada vez que dice algo que prefiero ignorar.

    Después de casi cuatro años como amigos, sé que  A no es una mala persona. Además, la verdad es que él tiene razón; los tres hombres que me han propuesto matrimonio están de acuerdo con él. Y, sí, no he llegado a los 30 y ya he desafiado y vencido ese adagio popular de que “la tercera es la vencida”; a pesar de que en la boda de mi hermana atrapé el mítico ramo.

    -Si siquiera estás pensando eso, no tiene sentido que sigamos juntos- sentenció M. cuando le propuse que renunciara a su trabajo y regresáramos a Colombia porque me habían ofrecido un empleo soñado. Una semana después yo desempaqué la maleta de sueños que tenía preparada para irme detrás de él, su carrera y su hijo… a Okinawa, Japón.

    -Mis amigos tenían razón: cuando aceptaste ese trabajo en Perú, hiciste tu elección- me sacó en cara C. el fin de semana. Él me confesó su amor y propuso matrimonio cuando anuncié que dejaba Washington DC para vivir en Lima.

    -No puedo esperar a estar casados para yo tomar todas las decisiones- me dijo alguna vez por el teléfono D., un abogado de 31 años. Esa frase fue suficiente para que un amor de tres años agonizara en menos de un mes. Con ella por fin comprendí que el machismo es muy difícil de curar.

    Yo no quiero un dictador, ni necesito otro padre u otro jefe. Tampoco soy su madre, su psicólogo, su hermana o su cura. Por eso, ignoro las excusas de A. y solo le sonrío. Prefiero gastar mis energías en vivir, compartir, amar y explorar.

    Quiero un hombre que se alegre porque me voy con mis amigos y lo dejo disfrutar de su tiempo a solas, de su propia libertad.  Espero a un compañero al que no le espante mi pasión por mi trabajo y mi sin fin de hobbies, porque a mí no se me acaba el mundo si él me dice que quiere hacer lo suyo. Me enamoraré de quien no se moleste porque gano más dinero que él, sino que se alegre porque tenemos no uno sino dos presupuestos.

    Quiero a alguien que le encante que pueda invitarlo a cine o sorprenderlo con un viaje, porque gracias al trabajo que amo tengo mis propios billeticos en el banco. Me enamoraré de un hombre que viva sin un peso sobre los hombros porque tiene claro que no espero que me salve de nada; que admire mi fuerza y hasta terquedad para enfrentar lo que traiga la vida.

    Me enamoraré de quien entienda que solo le pido respeto y felicidad, lo mismo que yo le ofrezco. Quiero un compañero para ser libres juntos. No entiendo mi vida de otro modo.

    SOBRE EL AUTOR:
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