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Cuatro lecciones de hacer propósitos para el Año Nuevo 2017

Yo como buena Millenial, quiero todo para ya, para este mismísimo instante. Y, cuando ves a otros cosechar los frutos de las cosas por las que tanto has luchado o es fácil caer enla frustración y la ansiedad. Únete al canal de Whatsapp de Wapa

    Cuatro lecciones de hacer propósitos para el Año Nuevo 2017
    Yo como buena Millenial, quiero todo para ya, para este mismísimo instante. Y, cuando ves a otros cosechar los frutos de las cosas por las que tanto has luchado o es fácil caer enla frustración y la ansiedad.

    En unas horas se acaba el año así que ando evaluando lo que hice y lo que no, celebrando la sabiduría acumulada, calculando el regordimiento por los kilos ganados, reprogramando las metas aplazadas, agradeciendo las heridas cerradas, celebrando a los ex olvidados y a los amigos ganados, restando envidiosos, y -sobretodo- recordándome no darme látigo por no haber alcanzado la vida y éxito que milimétricamente había planeado tener a esta edad.

    Particularmente, noviembre y diciembre de este año han sido una montaña rusa de emociones para mí. Había aceptado con felicidad que pasara un año más de mi vida siendo soltera, eventualmente quiero formar una familia y pensé que para mis 27 años eso ya habría pasado. Pero mientras ese momento de mi vida aún llega, estaba contenta con disfrutar de mi propia compañía y de crecer en otros aspectos; especialmente a nivel profesional.

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    De hecho, pensé que cumpliría un sueño profesional antes de que terminara el 2016. Pero pronto la situación se complicó solo para renacer una semana después, antes de morir nuevamente a los quince días. Y para rematar, el monstruo de la envidia y de los sueños por cumplir reapareció cuando mi hermano menor le pidió matrimonio a su enamorada.

    No sé ustedes, pero yo como buena Millenial, quiero todo para ya, para este mismísimo instante. Y, cuando ves a otros cosechar los frutos de las cosas por las que tanto has luchado o cuando das todo, pero las cosas simplemente no fluyen, es fácil caer en la frustración y la ansiedad; es fácil sentir que no vales nada, que eres el remate de un mal chiste del que Dios, el Karma Cósmico o la vida misma se ríen. Y más si tienes tendencias de drama queen, como yo.

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    Por eso decidí tomarme una pausa de varias semanas en esta columna y otras labores sociales y profesionales. Me decidí a tirar por la ventana esa leyenda urbana de que las mujeres tenemos que ser perfectas y podemos hacer más de una cosa a la vez, que podemos con todo al tiempo. Porque puede que sí podamos, pero no tenemos el deber de hacerlo; y en cambio sí tenemos el deber y derecho de respirar, querernos y ser paciente con nosotras mismas.

    Lección 1: La cosa es dura

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    Y lo primero que les cuento que aprendí es esa lección que todos decimos haber aprendido pero que jamás interiorizamos: que es más sencillo decir, que hacer las cosas. Y ese reto es aún más tarde cuando se trata de cambiar el chip con el que procesas el hecho de que tus sueños y metas se hagan pedacitos bajo el peso de la realidad.

    Lección 2: La mejor receta

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    Ante eso, la mejor receta son esos amigos del alma que te escuchan o leen día a día para luego darte una buena sacudida y un abrazo. Puede que nadie te conoce mejor que tú misma, pero eso no significa que vayas a ser la más objetiva al juzgar tus actos. Por eso, lo segundo que me llevo de conclusión este año es: ten a esos amigos locos, adorados, honestos e incondicionales siempre cerca. Y no olvides agradecerles cada día el estar en tu vida.

    Lección 3: Cero látigo, cero culpa

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    Y fue con ayuda de ellos que logré comprender y aceptar que culparme eternamente por los errores que cometí no minimiza el dolor que le causé a otros, solo prolonga el mío. Nadie gana con eso y como aún no podemos viajar en el tiempo, la tercera conclusión es que también debes pedirte perdón a ti misma de forma sincera y amorosa. Luego, pasar la página llevando contigo las lecciones aprendidas. Cero látigo, cero culpa.

    Lección 4: Goza el camino

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    Y ahora tras semanas de respirar, trabajar menos y tomar distancia de los dramas tontos para apreciar todo lo que me ha dado la vida, veo con claridad la cuarta lección de hacer balances y propósitos anuales. No, no es “la vida es lo que pasa mientras estás ocupada haciendo planes”. Las metas a corto plazo, los proyectos a mediano plazo y los sueños a futuro son buenos. La lección es que de nada sirve alcanzarlos si no te has gozado el camino porque entonces habrás sacrificado tu alegría. La felicidad no está asegurada por el mérito del martirio. Y la vida es muy corta para tomar ese riesgo.

    La vida es demasiado corta para querer estar flaca porque así crees que la gente te verá con mejores ojos, la vida es demasiado corta para darle vueltas y vueltas a porqué el prospecto ese no escribe o no llama o le da pereza salir hoy, la vida es demasiado corta como para hacerle perder el tiempo a alguien que te busca pero a quien solo le puedes ofrecer migajas porque por el momento tienes otras prioridades, la vida es demasiado corta para estar sentado en una oficina haciendo algo que no te emociona o no te enseña nada nuevo. La vida es demasiado corta para vivirla como otros esperan que la vivas, y no como tú quieres vivirla.

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    Por eso el 2017 seguiré persiguiendo mis sueños, proyectos y metas pero en el camino iré viviendo como quiero: viajando, amando, escribiendo, aprendiendo, enseñando, cantando, bailando y comiendo. Por eso el 2017 seré más generosa con quienes amo y regalaré más besos, abrazos y caricias que puedo dar porque será el año de amar con generosidad. Y si llega alguien que día a día me mueva un poco más el piso, prometo lanzarme de clavado y tomar el riesgo de volverme a enamorar. Porque querer a otros, mientras no olvides amarte a ti misma, jamás será un error.

    Pero por ahora, solo puedo decirles que cierro el 2016 feliz porque ya dejé atrás esa edad en la que esperas con ansias los viernes, porque tengo una vida maravillosa que me permite recibir con emoción todos mis días (así me encante renegar en broma cada día). ¡Feliz año y mis mejores deseos, wapas!

    SOBRE EL AUTOR:
    Cuatro lecciones de hacer propósitos para el Año Nuevo 2017

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