Los celos en los tiempos de las redes sociales

Dentro de todas las cosas que tengo que confesar en mi vida ─y por las cuáles me quemaré en el segundo círculo del infierno de Dante─ existe una que sí me causa cierta desazón ─y no digo que de las otras me sienta orgullosa, pero al menos sí he disfrutado de los pecados que cometí─. Va más o menos así: Facebook y Whatssapp han despertado los celos que se escondían debajo de este espíritu libre.

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¿No les pasa a ustedes? Digo, antes de la era digital, conocer la vida del otro era tan difícil que preferías jugar con el efecto sorpresa. Pero de un momento a otro todo se volvió tan cercano que le quitó ese toque especial de intimidad. No voy a negar que yo también soy de las que suben fotos de todos los cafés que tomo en el día ─aquí insertar la frase de Dan, un querido amigo del trabajo: ‘Ya vas por el quinto café, ¿puedes pararla, en serio?─ o esos selfies en grupo donde tu rostro sale al 95% y ahí a lo lejos, muy levemente, se notan tus amigos.  Sí, yo también soy activista de las redes sociales y todo lo que ellas implican. Pero no me siento muy orgullosa de eso. Casi siempre he preferido asumir las cosas de manera frontal. Si había que reclamar algo, entonces esperaba hasta encontrarme con la persona y poder tratarlo ‘face to face’. Pero de un momento a otro, me vi envuelta en: ‘mejor se lo digo por whatssapp’ o ‘qué flojera, se lo escribo al inbox’.

Pues sí, amigos. Las redes sociales nos han facilitado las peleas ─me gustaría decir que también las reconciliaciones, pero no estoy tan segura de eso─. Claro que también existen las personas del estilo ‘no mamita, a mí no me vengan con mensajitos, quiero que eso me lo diga en la cara’. También era una de ellas, pero yo le sumaba el ‘te apuesto que no se atreve, pobrecito iluso’. Pero así como han hecho más sencillas las discusiones ─los emojis son los aliados en esto. Nadie se resiste a una cara amarilla y triste─, los ‘likes’ de Facebook o los ‘me encorazona’ de Instagram también han sido los culpables de varias de ellas.

Advertencia: Si eres uno de los chicos con los que he salido, por favor, no vale asustarse.

Si les digo que conozco a la abuela de la mejor amiga de la ex novia de mi ex, no exagero. Una vez que empiezo a salir con alguien, averiguo el historial. Si tú eres uno de ellos, ya sabrás que sé todas tus mentiras y solamente me hice la loca hasta ahora (risa malévola).

Cuando hablo del historial, me refiero al entorno familiar de él, de su ex, de la otra ex, de la ex ex ex y así sucesivamente ─échenle la culpa a mi madre, fue ella quién me dijo: ‘tienes que estar atenta a cómo se comporta con su familia y sus amigos, ahí está la clave’. Con esto no digo que vivo pendiente de cómo interactúan en las redes sociales, porque francamente tengo 897 mil cosas que hacer al día que solo me da tiempo para subir mis fotos ─¡qué viva el egocentrismo!─, pero sí me da celos cuándo le dan ‘me gusta’ a ciertas fotos de sus ‘amigas’. Pongo amigas entre comillas por una razón sencilla: Los seres humanos que estamos en la etapa de ‘gileo’ hemos desarrollado una capacidad de olfato y rastreo que nos permite reconocer a las amigas y a las amiguitas.

No se hagan las locas. Usamos la palabra ‘amiguitas’ bastan…tres veces.

Otra de las situaciones que no me alteran, pero si me generan cierta intriga medio complicada es esa bola verde al costado de sus fotos, en Messenger, las veinticuatro horas del día. Que arroje la primera piedra la persona que no se ha preguntado: Aguanta, si no está chateando conmigo, ¿con quién diablos está hablando? Aquí es cuándo tienes que respirar, tomar varias dosis de manzanilla caliente y pensar que tu novio tiene muchos amigos con los cuáles se relaciona virtualmente.

Creo que hasta cierto punto está permitido los celos, pero sin exagerar. Estas situaciones parecen divertidas y de hecho casi siempre lo son. Sin embargo, cuándo ya sobrepasa los límites de la cordura y de pronto empiezas a revisarle las conversaciones ─lo que considero algo totalmente jalado de los pelos y por favor, no lo hagan, se ve espantosamente loco─ o molestarte con él porque saldrá con las amigas que no te caen ─amiga, hermana, mujer, eso está mal. Este tipo de escenas de celos déjalas para tu mejor amiga y el karaoke─, entonces ya hay un conflicto interno que no puedes resolver. Si te identificas con estos síntomas: es momento de evaluar entre tomar clases de yoga, hacer pilates, beber tequila, o pedir ayuda emocional.

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¿Se dieron de cuenta de todos los problemas que nos han traído las redes sociales? Supongo que también habrán notado que no he mencionado Tinder. Y es que creo que hasta para tener sexo ocasional, estorba la plataforma virtual.